25/03/2015 7:59:00
Reality.doc repasó la intensa amistad entre el viñamarino Arturo Longton y el instructor de artes marciales Gonzalo Egas, que no tiene nada que envidiar a las más tormentosas historias de amor.
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Dicen que las mujeres tienen relaciones tormentosas con sus pares. Que un día pueden ser las mejores amigas y, al día siguiente, ser antagonistas hasta la muerte. Sí, pasa. Pero que esta máxima esté solo supeditada a las féminas es algo que Arturo Longton y Gonzalo Egas lograron romper. Así lo demostró el programa Reality.doc, encargado de desclasificar copuchas, revivir historias y mostrar lo que no se vio. Al principio, en La Granja, los machos se odiaron. Es que la desfachatez y flojera del viñamarino logró sacarle los choros del canasto al aperrado Egas. "Su personaje pegó porque era todo lo contrario al que se esfuerza por merecer algo. Era un patán, un flojo, tenía pinta y se hacía amigo de todas las mujeres", recordó el instructor de artes marciales. Y la guerra entre ellos dos no se demoró en estallar. Pero luego vinieron los coqueteos. "Cuando yo me distancié de Alex empecé a acercarme más a Arturo", recordó Egas. ¿Y el paso siguiente? Por supuesto, fue el amor. Longton no pudo más y en un momento de debilidad -angustiado de acumular en dos semanas más trabajo que en toda su vida- le dice a su futuro mejor amigo que no puede más. Y se abrazan. Y en La Granja y en 1810 se repetirá la escena bajo la luz de la luna, cerca del fuego, llorando, de felicidad, por alguna reconciliación y se dirán que se quieren y se juran amistad eterna. Pero claro, nada es para siempre. Ni siquiera las amistades así. Porque en la actualidad mientras uno declara "él es súper egoísta" (Longton), el otro dice "no teníamos nada más en común que el encierro" (Egas). Y es que así es el amor.
Reality.doc repasó la intensa amistad entre el viñamarino Arturo Longton y el instructor de artes marciales Gonzalo Egas, que no tiene nada que envidiar a las más tormentosas historias de amor.

Dicen que las mujeres tienen relaciones tormentosas con sus pares. Que un día pueden ser las mejores amigas y, al día siguiente, ser antagonistas hasta la muerte. Sí, pasa. Pero que esta máxima esté solo supeditada a las féminas es algo que Arturo Longton y Gonzalo Egas lograron romper. Así lo demostró el programa Reality.doc, encargado de desclasificar copuchas, revivir historias y mostrar lo que no se vio. Al principio, en La Granja, los machos se odiaron. Es que la desfachatez y flojera del viñamarino logró sacarle los choros del canasto al aperrado Egas. "Su personaje pegó porque era todo lo contrario al que se esfuerza por merecer algo. Era un patán, un flojo, tenía pinta y se hacía amigo de todas las mujeres", recordó el instructor de artes marciales. Y la guerra entre ellos dos no se demoró en estallar. Pero luego vinieron los coqueteos. "Cuando yo me distancié de Alex empecé a acercarme más a Arturo", recordó Egas. ¿Y el paso siguiente? Por supuesto, fue el amor. Longton no pudo más y en un momento de debilidad -angustiado de acumular en dos semanas más trabajo que en toda su vida- le dice a su futuro mejor amigo que no puede más. Y se abrazan. Y en La Granja y en 1810 se repetirá la escena bajo la luz de la luna, cerca del fuego, llorando, de felicidad, por alguna reconciliación y se dirán que se quieren y se juran amistad eterna. Pero claro, nada es para siempre. Ni siquiera las amistades así. Porque en la actualidad mientras uno declara "él es súper egoísta" (Longton), el otro dice "no teníamos nada más en común que el encierro" (Egas). Y es que así es el amor.