Costó US$ 121 millones y se estrenará por Netflix el 4 de noviembre. John Lithgow y Jared Harris, que encarnan a Winston Churchill y el rey George VI, le contaron a El Mercurio de Valparaíso sobre la ambiciosa producción.
El rey tiene un secreto. Es el día del matrimonio de su hija mayor con Philip Mountbatten, duque de Edimburgo, y mientras el Reino Unido completo admira la boda real, ocurrida el 20 de noviembre de 1947, sólo dos años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, el médico personal del monarca es el único que sabe la verdad. Una que hará que la vida de Elizabeth, de tan sólo 21 años, cambie dramáticamente. Ese es el comienzo de “The Crown”, serie creada por el destacado director británico Peter Morgan (“The Queen”) y producida por Netflix, que se estrenará el próximo viernes 4 de noviembre. Es la serie más cara que se haya hecho hasta ahora: unos US$ 121 millones, para sus 10 capítulos, más de lo que invierte “Game of thrones”. La ficción, que relata hechos históricos, imagina cómo fueron en la intimidad esos momentos, como la muerte del rey George VI, que es interpretado por Jared Harris (“Mad Men”). “Esa es la mejor parte, lo más emocionante: la vida privada de las personas, porque ya conocemos su lado público”, comentó el actor británico a El Mercurio de Valparaíso sobre la oportunidad de aventurar lo que no se vio de la historia reciente de su país. El 6 de febrero de 1952, el rey George VI murió mientras dormía a causa de una trombosis coronaria, cuando tenía 56 años. Fue sucedido por su hija Elizabeth (Claire Foy), que entonces tenía sólo 25 años. Para Harris, plantear hoy una ficción sobre la realeza es algo vigente e interesante por dos razones: la primera es el debate constante que se da en el Reino Unido en torno a la continuidad de la monarquía, y porque "hay una serie de historias de amor increíbles que son el centro de todo estos dramas”. “Creo que da un cierto romanticismo a la monarquía”, observó John Lithgow (Churchill) sobre el tono de este drama. “Querían que este fuera un proyecto con una cierta cantidad de dignidad, que fuera históricamente honorable. No intenta derribar a esta gente superficial, no hay nada satírico en él, es muy serio; realmente honra las problemáticas que dominan sus vidas, principalmente, el dilema de ser las personas más públicas posibles con una vida privada que básicamente tenían que mantener para sí mismos”, agregó.